
¿Por qué en México se cree tanto en fantasmas?
Primero hay que entender que los pueblos originarios de México, como los mexicas, mayas, zapotecas, entre otros, tenían una cosmovisión en la que el mundo espiritual estaba fuertemente ligado al mundo físico. Creían en espíritus, dioses, el inframundo (Mictlán), y estaban convencidos de que los difuntos podían regresar a visitar a sus familias e incluso comunicarse con los vivos.
Con la llegada de los españoles, esas creencias no desaparecieron, sino que se mezclaron con el catolicismo. El Día de Muertos, por ejemplo, nació de la fusión entre una celebración prehispánica y el Día de Todos los Santos de la Iglesia católica. El resultado, más allá de una nueva festividad, es una cultura donde la muerte y el más allá no se temen, sino que se integran a la vida cotidiana.

Por ello, es común que en muchas familias mexicanas se transmitan relatos y leyendas sobre figuras sobrenaturales como La Llorona, el Nahual, brujas o duendes. Esas historias se han transmitido de generación en generación, de mayores a pequeños, pero también entre camaradas. ¿Recuerdas la época escolar, cuando la historia más espeluznante era que la escuela estaba construida sobre un panteón? ¿O que en la sala más apartada del edificio se aparecía el fantasma de una niña? Y se compartían todas esas historias que nos platicaron en casa, como cuando tu abuelo peleó con el diablo y un nahual en el cerro, o que en su pueblo había una bruja que se convertía en bola de fuego. Así, desde niños, muchas personas crecen escuchando relatos de lo sobrenatural como si fueran parte normal del entorno.
Todas estas leyendas urbanas se han vuelto parte del imaginario colectivo gracias a que se han ido reforzando con películas, programas de televisión y hasta noticieros. Además, México ha vivido históricamente mucha violencia, pobreza y tragedia. En contextos así, la espiritualidad puede convertirse en una forma de consuelo o una explicación para lo inexplicable. Creer en fantasmas, en almas en pena o en milagros da sentido a lo que, de otro modo, sería solo dolor o injusticia.

Entonces, para muchos mexicanos, creer en fantasmas no es una locura, sino parte de una forma de ver el mundo donde lo espiritual, lo simbólico y lo emocional tienen el mismo peso que lo racional. Es una mezcla de historia, tradición y cultura que convierte al México contemporáneo en un lugar donde lo mágico sigue siendo real, y tal vez por eso, cuando escuchamos un ruido extraño en la noche, no pensamos solo en el viento…
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