domingo , 9 noviembre 2025
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Leyendas que no mueren: relatos de miedo mexicanos

México es abundante en leyendas y tradiciones orales. Culturalmente, disfrutamos de escuchar y compartir historias que giran en torno a apariciones, espíritus y fenómenos paranormales. Es fascinante el hecho de que las leyendas populares que relatamos, además del folclore local, reflejan los miedos, creencias y experiencias de las comunidades que las cuentan.

Algunas leyendas son tan populares que ya forman parte del imaginario colectivo, aquí te contamos algunas de ellas.

 

El Charro Negro

La leyenda del Charro Negro, cuenta que, en los caminos por la noche, se aparece ante los viajeros solitarios, un ser con aspecto de charro alto, fuerte y con atuendo elegante de hilos de oro y plata, aparece en medio de una niebla fría en su caballo negro con ojos que brillan como el fuego. Este charro que provoca escalofríos en quienes se encuentran con él, le ofrece al viajero riquezas y éxitos inimaginables a cambio de su alma.

Foto de Wulfrano Del Angel

 

Se dice que este charro negro, tuvo una vida humana, era un hombre que vivía en la pobreza y sufría el desprecio de la clase adinerada, se esforzaba por lucir pulcro y de vez en cuando tras ahorrar dinero de sus alimentos, podía comprarse algún traje decente. Aun así, no era aceptado en la clase social a la que deseaba pertenecer, al morir sus padres, se sintió solo, desdichado y precario. En la desesperación, pidió que alguien, aun si ese alguien fuera el diablo, le ayudara a adquirir fortuna y por fin disfrutar la vida. Él no sabía que su deseo se cumpliría y más pronto de lo que pensaría se apareció ante sus ojos el mismísimo Diablo a ofrecerle un trato: riqueza extraordinaria a cambio de su alma, lo curioso es que este hombre no sintió miedo y sin pensarlo aunque sea un poco aceptó el trato, disfrutaría de su vida mientras pudiera y al morir, su alma pertenecería al rey de las tinieblas.

Así vivió muchos años el hombre que creía haber ganado en la vida después de tanta penuria. Pero al acercarse al final de sus días, se dio cuenta que solo se había rodeado de gente convenenciera y falsa, personas que sólo querían disfrutar de la fortuna y fiestas que el ofrecía. Había envejecido y estaba solo, empezó a recordar el trato que había hecho con el Diablo y empezó a tener miedo, así que hizo construir una capilla en su propiedad que había llenado de cruces, después pensó en huir, pero al diablo nada se le escaba y éste ya había ido a alcanzarlo, lo encontró en un camino apartado montado en su caballo, trató de huir, y su fiel compañero trató de patear al diablo, pero fue inútil y ambos empezaron a secarse, fueron condenados a vagar en los caminos. Ahora el charro negro buscaría en los senderos a quien aceptara un trato como el suyo y sólo así dejaría de penar y podría ir al infierno.

 

La Pascualita

Cuenta la gente de Chihuahua, que allá por los años 30, de todas las novias hermosas que se casaban, hubo una, la más bella de todas, que no logró llegar al altar porque murió repentinamente debido a la picadura de un insecto venenoso. La madre de la novia, destrozada e incapaz de dejar ir a su hija, la mandó embalsamar y encontró alguien que con gran técnica consiguió inmortalizar de alguna forma el cuerpo de la bella joven. Pascuala Esparza era el nombre de la madre en luto, ella, era dueña de una tienda de vestidos de novia llamada La Popular y, un 25 de marzo Día de la Encarnación, colocó en el escaparate de su negocio un nuevo maniquí, que sorprendía por lo realista que era, “está muy bien hecho” decían, y la señora Pascuala contestaba que era porque lo mandó a traer directo de Europa.

Pero a los transeúntes y clientes que visitaban la tienda les llamó la atención el hecho de que el nuevo maniquí tuviera un fuerte parecido físico al de la señora Pascuala y su difunta hija, así que empezaron a llamarla Pascualita. Además, mencionaban que tenía unas ligeras arrugas en la cara y las manos como de la piel real, que tenía huellas dactilares y las uñas parecían muy reales, que su aspecto era a la vez hermoso y macabro.

No pasó mucho tiempo cuando empezaron los relatos de personas que notaron cómo el maniquí los seguía con la mirada, que a veces movía los dedos. Que en las noches se movía e incluso que por las noches bajaba de su escaparate a cambiarse el vestido.

Se corrió el rumor de que si comprabas el vestido que la Pascualita estaba utilizando el día que visitabas la tienda, tendrías un matrimonio feliz y duradero, así que novias de la ciudad y de fuera acudían a la tienda para comprar su vestido.

La señora Pascuala Esparza falleció 37 años después, y aún con nuevos dueños, la tienda
La Popular, la Casa de Pascualita, siguió siendo un lugar de tradición en Chihuahua y hasta un atractivo turístico. Los nuevos dueños decidieron continuar exhibiendo el maniquí de la Pascualita, pero no cualquiera tenía permitido cambiarle el vestido a la Pascualita, pues cuentan que hubo una empleada que al cambiarla se horrorizó porque le pareció que era un cuerpo de verdad al que incluso se le notaban venas en las piernas. La joven renunció y nunca más habló del tema.

Poco antes del inicio de pandemia, la icónica figura fue retirada y exhibida otra vez, pero que ya no se parecía a la original. Se dice que la figura de la Pascualita fue prestada para una exhibición hace unos años y a cambio sería restaurada, pero que, al momento de iniciar el trabajo, los artesanos descubrieron que dentro se hallaba un cuerpo embalsamado así que al fin pudo dársele una digna sepultura, otros dicen que en realidad sí se restauró al maniquí, pero los restauradores no hicieron un buen trabajo y quedó luciendo diferente.

Quizá nunca sabremos qué pasó en realidad, lo cierto es que su aspecto era inquietante y los vecinos, clientes y transeúntes aseguran y coinciden en que la Pascualita les ocasionaba una perturbadora sensación.

 

La Llorona
Aunque la leyenda de la llorona es quizá la más conocida y relatada en México, su origen exacto se desconoce, pero, son muchas personas quienes aseguran haberla visto a lo lejos y que aún a la distancia se podían escuchar fuerte sus escalofriantes lamentos.

Representación de La Llorona / Fotografía de CarlosGalvanMex

 

Se cuenta que una joven madre vivía con sus tres hijos. Estaba enamorada del padre de ellos, un hombre que, aunque había hecho una vida con ella, era negligente en sus atenciones. La dejaba sola largos períodos de tiempo y, después de un tiempo, sólo volvió para comunicarle que no lo esperara más, pues se casaría con una mujer de alto estatus en la sociedad.

Destrozada por la traición y asustada por lo que sería de ella y sus hijos sin el hombre que amaba, perdió la razón. En un momento de desesperación, ahogó a sus tres hijos en un cuerpo de agua cercano. Las horas pasaron y, al darse cuenta de la atrocidad que había cometido, comenzó a gritar bajo la luz de la luna: “¡Ay, mis hijos!” para después lanzarse al agua a sufrir el mismo destino de esos seres a los que les había dado la vida… y también se las quitó.

Desde entonces, en lugares cercanos a ríos o plazuelas, se escuchan los lamentos de una mujer que no ha encontrado la paz. Vaga con su largo cabello oscuro y vestido blanco, gritando por sus hijos, a quienes no encontrará, como no encontró el perdón de sí misma, ni en vida, ni en el más allá.

 

El nahual

Las leyendas de nahuales tienen su origen en los pueblos indígenas de américa, los cuales creen que cada ser humano nace con un espíritu animal protector ligado a su fecha de nacimiento, y que, así como muchas deidades con forma animal tenían la capacidad de tomar forma humana algunos chamanes o brujos heredaron esa habilidad.

Se dice que es durante las noches cuando los nahuales se convierten y salen para hacer lo que quieran hacer, pueden utilizar su fuerza y poder para ayudar a otros o para hacer maldades, robar y asustar.

Así que la próxima vez que vayas al campo o la montaña pon mucha atención, que te podrías encontrar al Nahual y no sabes con qué intenciones irá…

Maqueta de la casa del Nahual en el Museo La Casa de las Leyendas en Orizaba / Fotografía de Isaacvp

 

Estas son algunas de las leyendas de fantasmas más conocidas en México, pero la lista podría extenderse tanto como para una serie de estos relatos: apariciones de monjas en antiguos conventos, pasajeros nocturnos que desaparecen en las carreteras, haciendas embrujadas, duendes y muchas más que siguen alimentando el misterio y la fascinación por lo sobrenatural en la cultura mexicana.

¿Y tú, qué otras leyendas conoces?

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